26 mar 2009

Inyecciones de justicia.

¡Nana nana nana nana nana Batmaaaaaaan!

Qué serie de televisión aquella. Plenos años sesenta y un superhéroe en mayas grises que daba puñetazos que no sonaban, si no que se convertían en coloristas bocadillos de cómics que ponían POUM y ZAS. Y los malos salían volando porque, por supuesto, el bueno siempre tenía que vencer.

Muchas generaciones de occidentales y japoneses, hemos crecido viendo como un personaje normal y corriente se disfrazaba para poder desarrollar unos superpoderes –a veces, obtenidos tras brutales accidentes; a veces, comprados a golpe de talonario- que los diferenciaban del común de los mortales y que utilizaban para hacer el bien en sus ciudades, vigilando hasta en el más pequeño callejón cualquier tropelía que se pudiera cometer contra el débil. Y, como no podía ser de otra manera, un personaje antagónico se erguía en su contra, el supervillano, con habilidades similares pero inferior moralmente, al buscar su beneficio personal y no la persistencia de la Justicia.

Pero la realidad no es del todo diferente. Muchas personas se juegan a diario su vida para que los ciudadanos de a pie vivamos libres del yugo de la explotación y amparados en el orden social. No, no me refiero a los mossos d’escuadra aficionados a repartir entre los estudiantes revoltosos, ni tampoco me refiero la cúpula de la Policia Nacional en Cataluña, ni a los guardias urbanos de Coslada… (Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado son nuestros garantes del mantenimiento de un Estado de derecho, pero ni todos sus miembros tienen hueco en este Estado, ni todas sus acciones tienen derecho a producirse) Quería hablar de los verdaderos superhéroes, como Entomo: el hombre insecto.

No es coña. Este superhombre vive en la ciudad de Nápoles, que patrulla enmascarado y encorsetado en un traje de lycra gris y negra, con una letra sigma cosida en el pecho (la sigma es el símbolo matemático de la suma de todas de las partes y Entomo suma en su cuerpo las habilidades de todos los insectos), utilizando su “Krav Maga”, un superpoder con el desarma a los malhechores sin causarles el menor daño físico, o denunciando a la policía de forma anónima aquellos delitos que no puede solucionar por sí solo. “Combato a las personas que hacen el mal a pesar de poder evitarlo. Combato el consumismo y promuevo el ecologismo y el activismo”. Y los conciudadanos de este hombre de 31 años están encantados con tener un superhéroe local, aunque la policía está harta de tener que responder a las miles de preguntas que la gente hace sobre Entomo, aunque no lo hayan visto en acción nunca y lo califican de broma de mal gusto. Siempre que se nombra esta ciudad es para hablar mal de ella. Esto es lo que nos faltaba", dicen las autoridades policiales.

No me extraña. Es la ciudad con la mayor tasa de asesinatos, violaciones, secuestros y robos con violencia de Europa y nido de corrupción política y judicial y puerta de entrada del tráfico de drogas vía África (junto con España), quizá porque sea la patria de la camorra, la red criminal más activa del occidente europeo. Y los carabineros, aquellos que no están corrompidos, no dan abasto, como para encima ocuparse del hombre-insecto.

Sea como sea, siempre es bonito encontrar locos como este napolitano, que nos hacen reconciliarnos con la humanidad de un ser humano cada vez menos soñador y pragmático.

Suerte para este superhéroe de verdad, cuyo lema es “Inyectando Justicia”. Mucho tenemos que aprender de él. (Anque, por cierto, no tiene canción que tararear)

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