2 mar 2009

El rey del Pay Pay.

Hoy iba a escribir sobre las elecciones autonómicas en Galicia y en el País Vasco. Sobre las primeras, puedo esperar cuatro años. De las segundas, y en vista de los resultados, creo que podré hablar de ellas antes del fin de año, cuando se repitan, si se impone la cordura.

Esta nueva noche de insomnio me ha traído con ella una mala noticia, de las que se repiten un par de veces al año y te dejan un poco tocado el resto del día, cada vez que vuelves a escucharla. Y es que el domingo electoral, el cáncer le venció la batalla a Pepe Rubianes.

Mal hablado, pendenciero de lengua afilada y dispuesta siempre al calentamiento mordaz y sibilino y tertuliano de barra de bar de barrio barcelonés, Pepe Rubianes se preparó en el mundo de la actividad teatral en unos años setenta catalanes repletos a rebosar del talento de grupos como Dagoll Dagom y Els Joglars, para comenzar en los ochenta su carrera en solitario con espectáculos como Pay Pay, Ño, Sin palabras o En resumidas cuentas, donde desplegaba su sarcástica y demoledora visión del mundo. En los noventa siguió con su carrera teatral, aumentando su popularidad con intervenciones en otros medios, como el cine, la radio y, sobre todo, la televisión, donde encarnó al personaje del cómic de Ivá, Makinavaja. En esta última década, a su labor como actor se le unió la de director de escena de obras como la polémica Lorca eran todos y su última La sonrisa etiope.

Cuando estos días se recuerde su nombre, los medios de comunicación se centrarán en sus declaraciones de los últimos años que, mal interpretadas en una España mediocre y envidiosa como es la que vivimos, le llevaron a los tribunales y a ser vetado en los teatros públicos de la Comunidad Autónoma de Madrid, salvaguarda siempre del espíritu de libertad democrática y del derecho a la libre expresión de ideas.

Yo quiero recordarlo aquí, como lo que fue: sin lugar a dudas el mejor monologuista y narrador español -muy por encima del repetitivo y politizado Gila-, padre natural de nuestro Club de la Comedia –tan remilgado y pudoroso en sus formas- y, por supuesto, un vividor que supo disfrutar de su vida haciendo lo que realmente le gustaba, sin avergonzarse nunca –y, si lo hizo, nadie se enteró-.

Ahora estará con Josep Pla, Tarzán y Chamaco, con un copazo de coñac reserva en una mano y un cigarrillo en la otra, viendo como se pone el sol enorme en la sabana de África.

¡Rubianes, res mès! ¡Moltes gracias i molta felicitat!


Rubianes solamente 1.
Rubianes solamente 2.
Web de la Compañía.

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