20 may 2009

Na piscina boles.


Basao en fechos reales. (A veces, ún siente que nun fala pal vacíu)

19 may 2009

Falando de sorrises. Güei toca poesía.

Voi falar güei de Carlos y de Mario, persones versátiles y con idegues. Respetables y cercanes pol so facer, pol so tratu. Y poetes dambos.

Ún, coló pa nun volver más, ensin nun conseguir marchar nunca. Déxanos el recuerdu de la so mirada encesa, l’amargor de les sos palabres dolientes y, quiciás, los meyores versos a una amada que se puedan tastiar. Morrió Benedetti na so República Oriental, dempués de vese obligáu pella a facese ciudadanu forzosu del mundo, y tardará’l Sol de mayu del cantón en volver a sorreir (él nun sabe ller).

L’otru, vien embaxu d’un Orbayu d’alfileres, espublizáu por Suburbia Ediciones na coleición “Males tierres” (ye asturianu, nun podía ser d’otra manera). L’observador Suari déxanos tantigüar un mundu interior tan repletu de vivencies –reales ya imaxinaes, les más importantes- que nun atopé versu sin quedar pensatible, con sorisa o ensin ella.

Asina ye la vida. Los güeyos permítenmos ver lo que-mos rodia. L’alrodiu fai que los nuesos güeyos lloren, bien de tristura, bien d’alegría. ¿Quién s’atreve a dicir que la poesía nun ye vida destilada casero?

Con sorrises pa Mario Benedetti y pa Carlos Suari, ye’l so turnu.


ARCO IRIS


A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea

sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante
sus rostros como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
su boca de morder
su mentón de capricho
sus pómulos fragantes
sus párpados
su miedo

sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente

y a lo mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin deseperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía

llorar
sólo llorar

entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris.



LA SORRISA DE LOS GOCHOS


Güei ye ún d’esos díes nos que llevantes ceo.

Nel espeyu, engurriáu y llagañosu,

resúlteste simpáticu de xestu espelurciáu.


Almuerces

como si nun supieres el significáu

d’una turrada con mantega

y vuelves de nueves pa la cama

diciéndote:

“voi dedica-y esta cara de cínicu castrón

a la Europa de los venti,

al Ibex 35, al profesor de Teoría,

a la cúpula del Soe y a los sos militantes…”


Entós, col cuerpo enllén y la mente llixera

méteste sol cobertor, pa,

en 38 segundos, quedar dormíu

cola sorrisa plena y sincera,

incomparable de los gochos.


17 may 2009

La gripe porcina.


Ahora que parece ser que la pandemia ha remitido, es cuando escojo yo el momento para hablar del tema. Por supuesto, el problema sigue ahí: aún quedan muchos afectados en México, dónde mutó el ARN de la gripe en una granja de cerdos por el contacto entre los granjeros y los animales –el cerdo es un animal cuyo metabolismo es permisivo con virus y bacterias muy perjudiciales para el ser humano; no es de extrañar que la tradición de muchas religiones censurara su consumo ante el peligro evidente-, en Estados Unidos, en Nueva Zelanda, en Asia, y en Europa. Pero las autoridades sanitarias no cuentan con datos de la pandemia en África, donde la catástrofe puede ser de tamaño considerable.

Sin embargo, parece que el peligro ha cesado porque la exorbitada campaña de información a la que se vio sometida la enfermedad por parte de los medios de comunicación de masas ha disminuido en intensidad. Ya no se abren los noticiarios televisivos con la noticia de nuevos casos ni se ilustran titulares de prensa con la foto del primer afectado –un niño mexicano que salía, supuestamente sonriente, puesto que le tapaban la cara en todas las imágenes- junto a su hermano y sus padres-.

Quedan ahora los chistes, que siempre hace mucha gracia todo aquello que tenga que ver con cerdos, por el juego de palabras. Y ya se olvidaron los grotescos sucesos de Egipto -donde los granjeros coptos vieron arruinadas sus vidas tras el decreto del Gobierno por el que se ordenaba el sacrificio de todas las cabezas de ganado porcino del país-, de Israel –que cambió de forma oficial el nombre con el que vulgarmente es conocida la enfermedad por el de “Gripe A” a petición de la facción ultra-ortodoxa del Gobierno, que consideraba que pronunciar la palabra “cerdo” era un acto impuro- o de Hong Kong –donde se escenificó una pantomima sanitaria al mantener en cuarentena de una semana a los clientes de un hotel que alojaba a los viajeros de un avión procedente de México, viviéndose situaciones dispares propias de un Gran Hermano, como la creación de un par de parejas o la retención de una prostituta junto a su cliente en la misma habitación-.

Pero apenas se ha reparado en la situación real y causal de la situación: la crisis está afectando también a las grandes multinacionales farmacéuticas y la patente del Tamiflu, aquel medicamento que se produjo por los laboratorios Roche a espuertas, cuando la gripe aviar azotó con igual intensidad que esta a los países económicamente desarrollados, está pronta a caducar, con lo que cualquier productor podría fabricar su genérico. Era el momento indicado para dar puerta a los almacenes repletos de la pastillita azul que tenían los grandes Estados y para que el laboratorio farmacéutico hiciera caja de nuevo (pese a que la campaña de imagen de donar 5’65 millones de dosis que tenían en stock fuese muy efectiva).

Los laboratorios farmacéuticos son, en mi opinión, las multinacionales más despreciables que existen. Cualquier persona que se lucre con la salud de la gente lo es, y las magnitudes del negocio de estas entidades son espectaculares. Pero hay otros datos que me llevan a confirmar esta impresión: detener el reparto de vacunas y tratamientos en países en vías de desarrollo enarbolando la bandera de las patente, favorecer la investigación de medicamentos que tratan enfermedades vinculadas solamente al primer mundo, teniendo como único objetivo el rendimiento económico, que, como el Tamiflu, apenas tienen una utilidad real, favorecer la mala prensa de los medicamentos genéricos (que ellas mismos producen, por cierto, aunque obligados por los Estados que las protegen y subvencionan) y, sobre todo, el ridículo porcentaje de sus beneficios que dedican a la investigación: un 1%, frente al 20% que gastan en la publicidad de sus productos. Una vergüenza.

El resultado de esta pandemia mundial que hemos vivido (y aún está coleando, aunque ya haya cansado) no ha sido otro que un centenar de muertos y apenas un millar de afectados (la gripe normal que nos ataca cada otoño multiplica estas cifras solo en España), millones de dólares y euros públicos destinados a medidas sanitarias infructuosas y al gasto en medicamentos, la desarticulación del sector turístico mexicano y, lo peor, el mantenimiento del olvido de las verdaderas pandemias que están afectando al mundo: la tuberculosis, la malaria, el SIDA… Pero afectan a los países pobres de América Latina, Asia y África y, por lo tanto, quien se muere no sale en las noticias. No interesa.

Nunca una enfermedad tuvo un nombre tan acertado. No por la dignidad de estos animales, si no por la indignidad de sus promotores: gobiernos, prensa y laboratorios.