9 may 2009

El lehendakari Patxi.

No se trata de una historieta de la revista “El Jueves”, aunque podría serlo perfectamente. Hasta que los del programa de televisión de la ETB Vaya Semanita empezaron a protagonizar sus aventuras con personajes llamados Antxón, Patxi era el nombre que aparecía en todos los chistes que se referían a vascos.

Pero el asunto no es cosa de chiste: el lehendakari Patxi es un personaje real. Se trata de Francisco Javier López Álvarez, nacido hace casi cincuenta años en el seno de una familia de clara orientación socialista (su padre fue el histórico dirigente Eduardo López Albizu “Lalo”, diputado en Cortes y presidente del PSE-EE) de la orilla izquierda de la Ría, más concretamente, de Portugalete. Y ha sido nombrado, con el apoyo del Partido Popular (y el voto de Unión de Progreso y Democracia), como sexto lehendakari del Gobierno Vasco, cuarto desde la entrada en vigencia del Estatuto de Guernica.

Las elecciones de marzo dieron la victoria al PNV, con 30 escaños, sin embargo no contó con los apoyos necesarios para que su candidato, el anterior lehendakari Juan José Ibarretxe, renovara en su cargo. La Ley de Partidos, que impidió la entrada de todas aquellas agrupaciones de izquierda abertzale que quisieron presentarse, creó un vacío porcentual que aumentó el valor de los votos de los partidos “españolistas” frente a los “vasquistas” (Lo pongo entre comillas porque no me gusta utilizar esos términos, por lo reduccionistas; aunque los encuentro mucho más acertados que la tan manida contraposición “nacionalista-no nacionalista”. Si alguien duda del nacionalismo de personajes como José Bono, Fraga Iribarne o Jaime Mayor Oreja es que no tiene puestos los pies en el suelo). El resultado consiguiente propició que el pacto entre socialistas y populares fraguara en un nuevo panorama vasco: el primer gobierno democrático del País Vasco no regido por el Partido Nacionalista Vasco.

Ibarretxe se fue de la vida política en el mismo instante en que había perdido las elecciones, pero rubricó su retirada, antes del desplante de mal perdedor que tuvo en la ceremonia de traspaso de poderes y de investidura de Patxi López (donde ningún aforado del PNV aplaudió al nuevo lehendakari), con una frase lapidaria que, aunque me pese, le dará la razón en el futuro: “El señor López ha reunido 38 votos para destruir, pero solo cuenta con 25 para construir”.

Y es que Patxi, el lehendakari, no tiene capacidad de movimiento para gobernar la autonomía vasca. No tiene los escaños suficientes para, siquiera, proponer en la cámara una idea propia, sin que sea consensuada con sus compañeros de viaje: el Partido Popular, verdadero vencedor de las elecciones, puesto que gobernará en la sombra, apoyando las medidas populares y poniendo de manifiesto la impotencia del actual gobierno vasco cuando sus propuestas no salgan adelante.

Está claro que en política antiterrorista podrán ponerse de acuerdo e incluso será buena la alianza para que, a nivel estatal, ambos partidos acerquen posiciones -pese a que nada da tantos votos como un par de atentados-. También podrán dar rienda suelta a la caza del euskera en la educación, restringiendo su uso a niveles mínimos, como rezaba en sus programas (de ambos). Pero es manifiesto ese vacío de poder porque las personas en Euskalherria también comen, sufren achaques de salud, pagan impuestos y tienen problemas laborales y sociales similares a los del resto de España, y es aquí donde chocan ambos partidos políticos, en el día a día.

Dudo mucho del futuro de este Gobierno. Y es probable que no llegue siquiera a soportar el debate de los presupuestos. No creo que las políticas reformistas que tenía en mente Patxi al inicio de la campaña sean bien acogidas por el PP. Lo más probable, es que ni le escuchen y, si sale mal el experimento, lo culpabilicen.

Me da mucha rabia la situación que se pueda vivir en este tiempo en una tierra que es muy querida para mí. Y esa rabia, gana a mi esperanza de que el problema terrorista se solucione. Se ha desterrado el diálogo definitivamente y una parte de la sociedad vasca quedará aislada indefectiblemente. No creo que este gobierno anti-natura sea la solución.

Espero tener que comerme estas palabras. El asunto, como dije antes, no es cosa de chiste.

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