31 ene 2009

El caso Lawrence.

Dos amigas me regalaron hace algún tiempo un libro que guardo celosamente en la estantería que se aguanta sobre mi escritorio, para poder tenerlo a mano siempre que me flaqueen las fuerzas. Su contenido nos da pistas de cómo conseguir para nosotros lo que su título nos expone, La buena suerte (de Álex Rovira y Fernando Trías de Bes). No obstante es difícil de conseguir y, en ocasiones, parace que el mundo confabula contra nosotros para hacernos la vida imposible. Como si el mundo no tuviera cosas mejores que hacer.
Sin embargo, yo tengo una vida fácil. No puedo quejarme de mi suerte, aunque no sea tan buena como yo pudiera esperar. Tengo que trabajármela más. Porque ese es el secreto de que la buena suerte llegue a nuestras vidas: trabajar, facilitarle el camino, ir en su busca. Y, una vez que la tengas, no acapararla, porque desaparecerá.
Esta mañana me levanté deportivo y me fui hacia el sofá a ver Teledeporte. (¿Acaso alguien podía pensar que me hubiera ido a correr a la playa?) Y me encontré con un reportaje sobre un jugador de fútbol inglés recién retirado de la élite: Jamie Lawrence. Yo lo recordaba por sus cortes de pelo con los cuales, como si de un afro-Beckham se tratara, marcó moda en los 90, al menos de qué no ponerse: lo tuvo rapado, largo en ricitos, teñido de rojo, azul y amarillo, decolorado y en forma de piña. Lo que no sabía yo era que se había pasado cuatro años en la cárcel por robo con intimidación y que debutó en la Premier League gozando de un permiso carcelario.
Como tenía genio y peleaba cada balón, pronto se hizo con la hinchada de su primer equipo, el Middlesbrough, y del resto con los que compitió. Cada vez que saltaba al campo, ponían por megafonía el "Rock de la cárcel" y él celebraba sus goles meneando la cadera como un imitador de Elvis Presley con ganas de llegar Las Vegas.
Pero la buena suerte no le vino porque sí: a parte de sus cualidades y del afortunado encuentro con la primera persona que creyó en él, Eddie Walder, el director de educación física del internado donde estaba recluso, trabajó duro para llegar a ser profesional y no defraudar con su comportamiento a ninguna persona que pudiera tenerlo como referente. (Salvo al gremio de peluqueros)
El caso es que se retiró del fútbol de élite, pero no de su labor enconada por atraer su buena suerte y, a principios de 2007, creó una escuela de fútbol (Jamie Lawrence Football Academy) para chicos en riesgo de exclusión social.
Su labor ha dado buenos resultados y la página de la FIFA le ha hecho un repotaje para recompensarle. Aunque, sinceramente, tengo la impresión de que lo que menos le interesa a Lawrence es ese tipo de reconocimiento. No creo que tenga problemas para que su conciencia le impida conciliar el sueño y su buena suerte tiene una autovía a su disposición para llegar hasta él.
Me quedo con una frase suya: "Sigue llamando a la puerta y un día alguien te la abrirá". Por mi parte, ya estoy tocando a todos los timbres.


La noticia en Fifa.com

22 ene 2009

La metáfora de los 500 váteres.


Quizá porque, cuando era más niño, lo que más vendía de una exclusiva del corazón era saber el número de aseos que tenían las casas de los famosos, siempre he relacionado nivel de vida con número de váteres. Toda la vida me he imaginado las casas de Isabel Presley como unos auténticos palacios, más propios del gran rajá de Kaputiala que de un simple mortal, por más que se dedicara profesionalmente a organizar recepciones de embajadores.
Y no deja de ser cierto que las colas de urgencia formadas ante las puertas cerradas de los cuartos de baño rebajan la media de calidad de vida. Lo digo por experiencia personal, pero creo que, en esto, todo el mundo estará de acuerdo. No hay nada peor que tener esa necesidad escurridiza entre las piernas y no poder aliviarla en el momento necesario. Y dos váteres en una casa, ayudan.
Pero estamos en período de crisis y hasta la empresa líder mundial en fabricación de sanitarios ha tirado de la cadena y va a hacer una regulación de empleo o E.R.E., como se las conoce ahora. Así que subirán los precios e ir al baño nos costará más, aunque no estemos estreñidos.
La crisis llega a los aseos, pero esta semana, y desapercibida para la mayor parte de los medios de prensa, se dio una circunstancia que apunta, a todas luces, cómo esta mala situación económica está afectando al nivel de vida de las personas. Yo la llamo "La metáfora de los 500 váteres".
Nos ponemos en situación: Investidura del 44º presidente de los Estados Unidos de Norteamerica. 12 de la tarde, hora local de Washington D.C. Cabalgata y fin de feria con concierto de Aretha Franklin y Yo-Yo Ma al violoncelo, tras discurso del flamante nuevo presidente, Barak Hussein Obama.
Como el evento prometía, no se reparó en gastos: miles de vigilantes de todos los cuerpos de segurdad del Estado y de la Unión, cientos de carritos de perritos calientes y bebidas refrescantes de cola y supermegafonía para que las palabras y las notas llegaran hasta el último de los asistentes. En total: tres millones de espectadores pasando frío en las calles heladas de la capital estadounidense.
Y aquí viene el dato: solo 500 váteres. Es decir, un váter para cada 6000 asistentes. Imaginaos las colas. Imaginaos la crisis.

17 ene 2009

Nun hai fuxida que valga.


La tarde desti sábadu cuandu escribo, punxeron una película en Cuatro: Midnigth Run, que fuera traducida al español comu Huída a Medianoche. La trama d'esti filme de 1988 ye simplona: un cazarecompenses tien que llevar a un administrador, qu'estafó a la mafia y tá buscáu pol F.B.I., dende Nueva York a Los Ánxeles. El protagonista ye Robert de Niro, que va acompañáu por James Grodin.
En diez minutos pueden vese les artimañes de les que son capaces los guionistes norteamericanos pa enganchate al filme, faciendo que'l mocín de la película se convierta n'un castrón con pintes, pero simpáticu, capaz de montar un tirotéu en medio la cai, pegái una paliza a un negru, abusar del tráficu d'influencies, robá-y la identificación a un deteutive del F.B.I. y falsificala pa ponese elli, d'espiar les llamades telefóniques que ficieren falta y de forciar una puerta p'allanar una morada (anque la casa yera d'otru color).
Anguaño, bien se pudiere ver una película d'estrenu con similar argumentu y guión. Ensin embargu, venti años más tarde, nun taríen permitíes ciertes llicencies que se tomaron nel so momentu y que, n'esos diez primeros minutos de película, tamién se pudieron ver. Porque, ¿a quién se-y puede ocurrir que los detectives federales fueren ensin enganchar el cinturón de seguridá? ¿En qué vuelu van permití-y a un pasaxeru que se ponga a recortar una foto, anque seya pa falsificar un carné na más y por más que les tisores seyan de prescolar? ¿Qué guardia urbanu nun multaría a un conductor xintando un bocadiyu al volante? Y, sobre toes les coses, ¿cómu va dir el protagonista d'una película fumando ca dos fotogrames, nuna escena, incluso, na entrada d'un edificiu públicu?
Los años foron pasando y esta película tá desfasada. Más-y hubiere valido a Cuatro haber puesto un debate sobre'l escote de Soraya enantes qu'estes coses de mal gustu.

13 ene 2009

Robín de los supers.

¿Robar a los ricos para ayudar a los pobres o autodistribución de la riqueza?
El caso es que un grupo de parados franceses se dedicó estas navidades a entrar en los supermecados, meter productos de primera necesidad -aunque algunos se dejaron llevar por la gula y metieron foie-gras y champán- en el carrito, ponerse delante de la caja registradora e impedir que nadie pasara por ella, formando unas alarmantes colas que los encargados de los establecimientos conseguían disipar permitiendo que los asaltantes se fueran sin pagar. Sin incurrir en delito alguno, puesto que los productos eran "regalados" por los supermercados, la policía les permitía irse pese a que ya habían estado afilando porra, repartieron los alimentos entre los inmigrantes sin papeles y parados de larga duración del barrio.
Los medios de comunicación, algunos escandalizados, otros divertidos, pusieron el grito en el cielo. Y así, en El País del domingo 11 de enero hacía referencia a la noticia vinculándola al terrorismo anarquista que parece va a emerger en nuestro país vecino durante este período de crisis.
Es todo cuestión de posiciones políticas: cada uno ladra al son que más le gusta, porque la noticia fue tomada con alegría por el ciudadano de a pie que, día tras días, se deja los cuartos en el supermercado, sin poder hacer nada para parar la subida de precios de unos productos de primera necesidad, hinflados exponencialmente desde que salen del productor inicial hasta que llegan al consumidor gracias a los pellizcos generosos de los intermediarios. Bueno, son cosas del capitalismo en el que vivimos.
A los de infantería, como yo, siempre nos cayó mejor Robin Hood que el Sheriff, pero en los carteles de "Se busca" que salían en las pelis, siempre salían como malandrines los que robaban al caballero que pasaba por el bosque. Ahora, son tratados igual por los periódicos, aquellos que "redistribuyen" la riqueza almacenada en los supermercados.

La noticia en El País.

11 ene 2009

El colapsu.


Esti añu casi nun puen llegar los Reis Magos a España. Un temporalón de ñeve, xelu y frío asoló tola xeografía peninsular, faciéndonos tiritar en toles llingües del territoriu, yá fueren oficiales o non. Dalgún, inclusive, tembló n'arameo cuando se llevantó de nueche al serviciu y s'encontró cola rasca nel pasiellu casa.
Pero lo más grave de too foi, ensin dubia y polo que se pudo ver nos noticieros de toles televisiones -qu'abríen l'informativu con intrépidos reporteros fechos de carámbanos de carne xelao-, el tremendu colapsu na capital del Reinu. La Castellana taba fecha una pista de hóquei, los taxistes tuvieron a puntu de facer un equipu de bosleig comu'l de Xamaica y cuenten que, nel aeropuertu de Barajas, viéronse a dos esquimales faciendo un furacu n'a T4. La cosa foi bastente seria y los políticos de turno -véase María Teresa, Esperanza y Gallardón- punxiéronse firmes como calipos y echáronse les culpes unos a otros, como bien siendo normal, de que ñevara más de la cuenta. El casu ye que Madrid -o, lo que vien siendo lo mesmo, España entera- quedó incomunicada col esterior. Y si llegaron los Reis Magos foi única y exclusivamente porque ñevó más tarde de la so venida.
Fáime gracia que daqué paecido pasó n'Asturies enantes de la Navidá Navidá. Ñevó tanto que tuvieron que cerrar los cuatro puertos de montaña que-mos unen a la Meseta que-mos da la vida. Fizo un vientu tal que les oles del Cantábricu nun dexaron barcu sanu. Y, tras varios argayos nel Oriente, solo podíemos salir del terruñu por Ribadeo. Foi simpático hasta que la mi hermana llegó del supermercáu con dos barres de pan y ensin lleche, porque yá nun quedaba. Llega a durar la situación un par de díes más y comémos-mos unos a otros, comu en Viven. Pero del tema, dengún políticu se quexó. Total, qué más-yos da que quedasen aislaos los asturianos si, cuando nun lo tán, tampoco nun dicen ná. Asina, siendo bueninos, tenemos aseguraos la llegada de los Reis en xineru y de los Príncipes n'ochobre. Eso sí, mientres nun ñeve'n Madrid.

9 ene 2009

La primera.


Fai un tiempu entré a trabayar a una ludoteca que tenía una piscina de boles bien grande. El sitiu tenía munchos xuguetes y unos monitores bastente preparaos pa tener a los guah.es entretenidos (ún dellos yera yo, asina que-vos lo digo por esperiencia personal). Ensin embargu, los nenos tirábense de cabeza a la piscina na más diben llegando, ensin detenese a calcular los posibles daños medulares que-yos pudieren causar daquelles temibles boles marielles y coloraes, más dures que la mollera'l monitor que los trataba. Pa encima o, meyor dicho, pa debaxo, el fondu la piscina nun taba acolcháu y nun yera más que una lona del mesmu azul que los bordes. Vamos, una piscina traicionaera onde les hubiera.
Yo vivo nun sitiu del mundiu que se llama Asturies y que nun dexa de ser un enorme tanque similar al de la ludoteca, enllenu de boles de tolos colores que la xente que lu habita ta tirándose los unos a los otros tolos díes, a toles hores... y présta-yos. Yo nun diba ser menos y, por daquellos mesmos díes, decidíme a imitar a un compañeru que tenía un fotolog. Púnxeme manes a la obra pa tener yo ún. Nomelu, "La piscina de boles". Pero duróme el enfotu una entrada. Cansé.
Bueno, pos esti añu toi llaboriosu y voi comprometeme conmigo mesmu a escribir equí. A ver si asina dexo contentos a más d'ún y d'una que nun me callen con que escriba.

Y esta entrada, ye la primera.