22 ene 2009

La metáfora de los 500 váteres.


Quizá porque, cuando era más niño, lo que más vendía de una exclusiva del corazón era saber el número de aseos que tenían las casas de los famosos, siempre he relacionado nivel de vida con número de váteres. Toda la vida me he imaginado las casas de Isabel Presley como unos auténticos palacios, más propios del gran rajá de Kaputiala que de un simple mortal, por más que se dedicara profesionalmente a organizar recepciones de embajadores.
Y no deja de ser cierto que las colas de urgencia formadas ante las puertas cerradas de los cuartos de baño rebajan la media de calidad de vida. Lo digo por experiencia personal, pero creo que, en esto, todo el mundo estará de acuerdo. No hay nada peor que tener esa necesidad escurridiza entre las piernas y no poder aliviarla en el momento necesario. Y dos váteres en una casa, ayudan.
Pero estamos en período de crisis y hasta la empresa líder mundial en fabricación de sanitarios ha tirado de la cadena y va a hacer una regulación de empleo o E.R.E., como se las conoce ahora. Así que subirán los precios e ir al baño nos costará más, aunque no estemos estreñidos.
La crisis llega a los aseos, pero esta semana, y desapercibida para la mayor parte de los medios de prensa, se dio una circunstancia que apunta, a todas luces, cómo esta mala situación económica está afectando al nivel de vida de las personas. Yo la llamo "La metáfora de los 500 váteres".
Nos ponemos en situación: Investidura del 44º presidente de los Estados Unidos de Norteamerica. 12 de la tarde, hora local de Washington D.C. Cabalgata y fin de feria con concierto de Aretha Franklin y Yo-Yo Ma al violoncelo, tras discurso del flamante nuevo presidente, Barak Hussein Obama.
Como el evento prometía, no se reparó en gastos: miles de vigilantes de todos los cuerpos de segurdad del Estado y de la Unión, cientos de carritos de perritos calientes y bebidas refrescantes de cola y supermegafonía para que las palabras y las notas llegaran hasta el último de los asistentes. En total: tres millones de espectadores pasando frío en las calles heladas de la capital estadounidense.
Y aquí viene el dato: solo 500 váteres. Es decir, un váter para cada 6000 asistentes. Imaginaos las colas. Imaginaos la crisis.

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