2 jun 2009

El grano de mostaza.

Esta semana última de elecciones europeas (de las que hablaré en su momento) y de idas y venidas de cabeza de muñeca rota (véase Susan Boyle y su internamiento psiquiátrico, que otra entrada se merece), ha destacado por el resurgimiento a la esfera pública del noble acto de insultar, entiendo por insulto lo que nos cuenta la R.A.E.:

insulto

m. Ofensa, especialmente con palabras hirientes, injuria:

Varios han sido los ejemplos.

Al celebrar el título de Liga en el Nou Camp, el central barcelonista Piqué, exaltado por el momento catárquico gritó a los cuatro vientos catalanes “Boti, boti, boti… madridista el que no boti”, dando a entender que aquel que no se pusiera a saltar al instante era del equipo rival. Causó gran polémica, abrió noticiarios televisivos y ocupó primeras planas en la prensa deportiva, escandalizada ante tal insulto. Años antes, otro compañero suyo, Samuel Eto’o, celebraba de la siguiente forma un triunfo: “Madrid, cabrón, saluda al campeón”. El revuelo fue similar.

Este domingo, el Real Oviedo consiguió su esperado ascenso a Segunda División B tras unos emocionantes penaltis ante el filial del Mallorca. En la celebración, al día siguiente, el portero oviedista Aulestia se ganó a la hinchada congregada en la plaza del ayuntamiento con cánticos como los siguientes: "Areces y Gijón la misma mierda son", "Mareona, mis cojones" o "Puta Gijón y puta sucursal". Sorprendentemente, tras conseguir ser el mejor equipo de una categoría nacional en la Historia del fútbol español, con récord de puntos, de goles a favor y de goles encajados, el Real Oviedo fue noticia por estas declaraciones.

Para concluir, expongo la condena a pagar 6.840 euros que la Audiencia Nacional le ha impuesto al alcalde de la localidad gaditana de Puerto Real, José Antonio Barroso por injurias a la Corona, tras llamarle al rey “Hijo de crápula” y calificarlo de “corrupto” en un discurso pronunciado en abril de 2008, durante la celebración del 77º aniversario de la proclamación de la II República. El alcalde se defendió aduciendo que en su condición de "republicano y comunista no cabe la injuria". Durante y tras el juicio, fue arropado por toda la cúpula de su partido, Izquierda Unida, que ha visto en esta sentencia una victoria para la causa republicana española.

Una película de los años 60, titualada El grano de mostaza, ilustraba cómo las pequeñas cosas sin importancia adquieren tamaños considerables al dárseles una trascendencia que no tienen. El granito de mostaza, una semilla minúscula, bien abonada y en terreno propicio, ofrece en poco tiempo un árbol de porte y tamaño considerable.

Los insultos venden más que las buenas palabras y, lamentablemente, la relevancia que se le otorga a estos temas consigue multiplicar su trascendencia más allá de la repercusión que habrían de tener las exaltaciones eufóricas de tres necios calentados por la concurrencia propicia a dejarse llevar por las exaltaciones eufóricas y necias de los locutores.

Así, en Madrid se entendió que “madridista” es un insulto, en Gijón que el guardameta oviedista está infundido por un odio a la villa solo propio de un natural de Ondarroa, Vizcaya, y el fiscal de la audiencia nacional, Pedro Rubira, defendió el buen nombre del monarca instando a algo tan absurdo como que la Constitución no ampara el derecho al insulto. Más necios y, si cabe, mayor necedad.

Porque, como habló un ilustre insultante en su obra De los remedios a cualquier fortuna: “En los necios no cabe injuria: doctrina estoica es. Si en ti cabe, más eres necio que injuriado”. Don Francisco de Quevedo. (Quizá mucha gente piense que Estoico era un jugador del Barcelona de los años 90, al que también se le iba la fuerza por la boca)

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