22 abr 2009

El padre de la artista.

Se ha visto muchas veces como una madre que ha puesto todo su empeño en lograr que su hija cumpliera sus sueños propios -y nunca alcanzados- de conseguir la fama en el mundo del artisteo, se convierte en protagonista accidental cuando siente el roce de los objetivos y los focos que van dirigidos hacia su niña. Pasan a ser “madres-dóberman”, para atacar a bolsazos cuando sienten que su hija pueda estar siendo fruto de una persecución periodística; “madres-diva”, que se pasean por la calle orgullosas de que la gente piense: “si su hija tiene tanto arte, qué no sería capaz ella, que la ha parido”; o, en el peor de los casos, “madres-representante”, cuando exigen supervisar cualquier contrato, explotando económicamente. Seguro que todos conocemos casos que ejemplifican este hecho, aunque ahora mismo se me vienen a la cabeza las magníficas Pilar Bardem (madre, hija y espíritu comunista) y Margarita Seisdedos, madre de Tamara, Ámbar y Yurena (que también es una y trío).

Pero el tópico se queda corto, porque hay muchos más casos de “padre del artista”. Quizá el más evocador de todos, probablemente por la simpatía que despertaba aquel personaje, fue el de Papuchi, el doctor Julio Iglesias Puga, padre del artista español más internacional y bronceado. Sin embargo, multitud de futbolistas, cantantes, actores y personajes públicos, en general, han padecido similares trances. Véase la saga Janeiro y compréndase el tema.

Sin embargo, nunca había sentido tanta vergüenza ajena, tanta pena como la que me visitó ayer, martes 21 de abril, mientras veía el programa de Cuatro El hormiguero. La invitada de excepción era la popular adolescente Miley Cyrus, más conocida por interpretar el papel protagonista en la serie de Disney Channel Hannah Montana. Todo iba bien: la grada llena de niñas y niños gritones, Pablo Motos haciéndose el interesante, las hormigas descojonándose de todo y la chiquilla subida en unos tacones de quince centímetros con su sonrisa de los domingos puesta invariablemente. Pero el presentador se empeñó en cantar “Don’t break my heart” -aquella cancioncita que puso de moda en España Coyote Dax gracias al Gran Hermano-e invitó a entrar a Billy Ray Cyrus, padre de Miley y protagonista también de la serie. Los niños presentes se volvieron locos y alguna madre, más, porque el hombre, a sus 47 años, está de buen ver. Y aquellos ánimos hicieron que se creciera para eclipsar por completo a todo bicho viviente que había en plató. Para ello, no dudó en cantar la canción, tirarse dos minutos hablando de su último disco sin que nadie le preguntara, volver a cantar, quedarse en la ventana de los estudios saludando a la multitud que se había congregado para ver a Hannah Montana en persona, aunque fuera desde lejos, hacer el bárbaro durante los experimentos científicos con tambores y arroz que presentó la Flipa, volver a cantar, interrumpir a Pablo Motos cada vez que se dirigía a su hija, interrumpir a las hormigas cuando le hacían preguntas y, lo peor, lo más feo que un padre de una actriz puede hacer, fue interponerse entre la niña y la cámara, dándole la espalda en varias ocasiones, hasta el punto de que Pablo Motos tuvo que despedirse de Miley detrás del padre, que no para de apuntar a las cámaras poniendo las manos como si desenfundara dos revólveres.

Me imagino que el hombre será una buena persona y muy querido en su país y por sus compañeros –no puedo olvidar que Dolly Parton es la madrina de Miley Cirus, por supuesto, gracias a la amistad que la une a su padre-. No quiero obviar que ha editado varios álbumes de música country con relativo éxito. Y tampoco que ha intervenido en películas como Mulholland Drive, de David Lynch y en varias series de mayor o menor éxito. Pero es indiscutible que su hija ha alcanzado un éxito aún mayor, que es un modelo para millones de niños en todo el mundo que la admiran por guapa y por simpática y que ha ganado mucho más dinero del que él podía haber soñado. Y menos discutible aún es que la entrevista de ayer se la hacían a ella.

Es probable que, dentro de unos años, mucha gente se acuerde de Billy Ray Cirus por sus propios méritos. Pero muchos más lo recordarán únicamente como el padre de la artista. Espero que lo lleve bien.

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