22 feb 2009

Pedro Francisco Martín.

A la mayor parte de la gente, este nombre no le sonará lo más mínimo. A mí me resultó imposible encontrar una imagen suya a través del omnipresente Google. Y, sin embargo, es uno de esos grandes héroes de la Historia de España, tan maltratada siempre por los historiadores y por los españoles.

Todos recordamos –más que por ser vividos en primera persona, por los recordatorios que puntualmente se hacen al llegar el mes de febrero- el fallido intento de golpe de Estado dirigido por el teniente coronel de la Guardia Civil Tejero, conocido popularmente como el 23-F. Durante la votación de investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, tras la dimisión del anterior presidente, Adolfo Suárez, un grupo de guardias civiles entraron a voces y empuñando sus armas en el hemiciclo parlamentario para derrocar a una joven democracia española que estaba muy debilitada por una crisis interna del Gobierno, una galopante devaluación de la peseta, la ola de terribles asesinatos de los grupos terroristas ETA y GRAPO y decisiones políticas muy controvertidas, como la legalización del Partido Comunista o la concreción de que el Estado autonómico se iba a convertir en una realidad.

Aquellos “patriotas” de la vieja escuela quisieron rememorar la salvación de España por el ejército, tantas veces triunfante anteriormente a lo largo de los siglos XIX y XX siguiendo la fórmula ancestral española: “para qué se van a resolver los problemas hablando, cuando se pueden resolver a tiros”.

La mayoría sabemos cómo se arregló la cosa: los dirigentes de los guardias civiles (digo dirigentes, porque la mayor parte del contingente no tenía ni idea ni de para qué estaba allí ni, en muchos casos, de dónde estaban) que habían secuestrado al Congreso vieron cómo sus colaboradores militares y civiles los abandonaron al ver cómo el Rey comunicaba en televisión –mejor tarde que nunca- su apoyo a un sistema democrático, que había sido nuevamente refrendado cuando la gente común se lanzó a la calle, venciendo su miedo, a defender sus derechos y su libertad de decisión. El golpe de Estado, fracasó.

Pero si existen imágenes precisas de la entrada de Tejero insultando a todos los españoles con su “¡Quieto todo el mundo!” y sus tiros al aire en el interior de la cámara; de la honradez de Adolfo Suárez manteniéndose sentado en su lugar, mientras el resto de los diputados se metían debajo de los escaños; de la valentía del teniente general y vicepresidente del Gobierno Gutiérrez Mellado, levantándose para exigir la deposición de las armas de los golpistas, que lo empujaron e increparon, sin tener en cuenta, ya no sus galones, siquiera su avanzada edad; del desconcierto provocado entre militares, políticos y auxiliares… es gracias a un hombre: Pedro Francisco Martín. De profesión, camarógrafo.

Uno de las principales preocupaciones de los golpistas era controlar los medios de comunicación. Entraron en RTVE minutos después de que Tejero lo hiciera en el Congreso, ordenando que se interrumpieran las emisiones con documentales de osos y marchas militares (según los responsables de continuidad de la radio y la televisión pública, lo primero que encontraron en los archivos). En las Cortes, las cámaras de televisión que retransmitían el importante suceso, se fueron apagando una a una, salvo la de Pedro Francisco Martín. Ante la amenaza de un agente que se pudo escuchar en directo en miles de hogares españoles “No intentes tocar la cámara que te mato. Desenchufa eso”, el cámara se las ingenió para mantener la conexión, subiendo al máximo el brillo del visor, de tal forma que parecía que se había apagado todo el aparato. Si el golpe hubiera triunfado, la estratagema le habría costado la vida. Sin embargo, gracias a este pequeño hecho, los españoles se enteraron de que un Golpe de Estado estaba amenazando sus libertades nuevamente y salieron a la calle para proclamar la vigencia de la Constitución.

Este profesional de su trabajo recibió por su labor una mención especial a título póstumo de la Academia de la Televisión en el año 2008. Y nada más. Algo normal en esta España de memoria tan selectiva para quienes lucharon por la libertad de todos.


“Aquel 23-F”, reportaje de Informe Semanal.

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