21 jul 2009

Fakes


Esta palabra inglesa significa falso y, desde la llegada de Internet, se utiliza para designar, entre otras cosas, a los montajes fotográficos o de vídeo. Se están poniendo de moda los archivos de imagen y de vídeo en los que aparecen inquietantes objetos volantes no identificados sobrevolando ciudades a ras de suelo o malabarismos con balones de fútbol o baloncesto que, de forma increíble, atraviesan las ventanillas de coches en marcha, se estrellan repetidamente contra un larguero de una portería o son encestados desde el campo contrario después de ser impulsados con los pies tras cuatro volteretas mortales hacia delante. Son documentos trucados, que no suelen buscar más que el momento de diversión y perplejidad de aquel que los ve y se pregunta si es posible. Nada más.

Esta semana se cumplían 40 años de uno de los hechos más relevantes y con mayor repercusión del siglo XX: la llegada del Hombre a la Luna. Y desde 1969 se vienen sucediendo las teorías conspiratorias más disparatadas, pero también algunas muy fundamentadas, para atacar tal suceso. Para mucha gente, las imágenes que vimos y veremos sobre aquel viaje espacial estaban rodadas en un estudio, incluso dirigidas por el mismísimo Stanley Kubrik, como prueban determinados fallos de racord propios de los filmes de Hollywood: sombras que implican diversos focos de luz cuando solo el sol iluminaba, piedras con inscripciones incluidas, excesiva limpieza del módulo lunar… Es decir, la teoría nos habla de un fake en toda regla, impulsado desde la NASA por la Administración norteamericana, que estaba urgida por poner un astronauta patrio en el satélite terrestre ante la presión ejercida por la cosmonáutica terrestre. Personalmente, yo creo que Neil Armstrong y Buzz Aldring sí que se pasearon por la Luna: el plan A salió a las mil maravillas, mucho mejor de lo que se tenía planeado –puesto que el regreso desde la Luna a la Tierra no se había ensayado-. Sin embargo, el plan B también fue utilizado y así tenemos muchas imágenes rodadas en estudios-hangar durante entrenamientos y simulaciones circulando como genuinamente lunares, cuando es imposible que lo sean.

Sin embargo, quizá uno de los mayores y más difundidos fakes de la Historia –junto con el Hombre de Pildown o las hadas de Sir Arthur Conan Doyle- ha sido descubierto durante estos días: la foto de la muerte del miliciano durante la Guerra Civil española, de Rober Capa.

En primer lugar, me gustaría dar un pequeño tirón de orejas a más de una publicación que hablaba del tema refiriéndose a Rober Capa como un solo individuo: el nombre del más famoso fotógrafo de guerra de la Historia era, en realidad, un pseudónimo utilizado por una pareja, el húngaro Ernö Andrei Friedmann y la alemana Gerda Taro. La mujer falleció atropellada por un tanque republicano del convoy en el que se encontraba en el mes de julio de 1937 y, a partir de entonces, el magiar se apropió del alias y del trabajo conjunto. Me imagino que les costaría trabajo entrar en la Wikipedia.

El caso es el siguiente: la archiconocida foto (que reproduzco arriba) siempre ha sido muy controvertida puesto que parece más un posado artístico que una actitud real ante el impacto de un proyectil que, a todas luces, parece inexistente; sin embargo, y hasta ahora, no solamente se dio como probada si no que, además, se le atribuyó una personalidad al figurante: el anarquista Federico Borrell el cual, supuestamente, fue alcanzado por el Mauser 98 de un marroquí en el frente de Cerro Muriano.

¿Qué datos nuevos se han comprobado ahora para que se pueda asegurar con certeza que esta imagen es un montaje? Sencillamente que pertenece a una colección que los Rober Capa hicieron en unas sesiones datadas a la vez (principios de septiembre del 36). Y en el resto de las fotos se vislumbra un pueblo que se ha identificado como Espejo, en Córdoba, a unos 50 kilómetros de Cerro Muriano, la anterior ubicación de la imagen y, curiosamente, a 10 kilómetros del frente en aquellos momentos. Obviamente la imagen es un fake.

Probablemente, dentro de unos meses, aparezcan otros artículos defendiendo la veracidad de esta imagen, para que no pierda su identidad como seña del arrojo y la valentía de un bando ante otro opresor, o para que la buena imagen del fundador de la agencia periodística Magnum no se vea dañada, o para que los sucesores de Federico Borrell puedan seguir venerando la imagen de su antepasado como la de un mártir de la causa…

Sea como sea, la imagen seguirá siendo un símbolo de la barbarie de la guerra, como las fotos de la huella de Armstrong en la superficie de la Luna lo son del progreso increíble de nuestra especie. Lo de menos es que fuera un montaje o no. (Aunque es sorprendente lo crédulos que podemos llegar a ser, ¿verdad?)


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