21 may 2010

Cuento chino

La siguiente historia puede parecer un cuento chino. Sin embargo, solo se corresponde con la realidad la segunda parte de la premisa: no es un cuento, pero sí es chino. Hoy, inmerso como estoy en la lectura del libro de José Ángel Martos El primer emperador, toca viajar a Oriente. Estoy empezando a descubrir una cultura tan distinta como increíble y quiero compartir un poco de lo que estoy aprendiendo. (Uno no nació sabiendo)

Tenemos que viajar unos 2250 años hacia atrás en el tiempo para encontrarnos con nuestro protagonista, Lü Buwei, que era un rico mercader y, pese a su alto poder adquisitivo, un paria dentro de una sociedad tan tradicional como la china, donde los comerciantes son la última y peor considerada clase social. Solo en la actualidad, con la apertura del comunismo chino al neocapitalismo se comienza a ver con buenos ojos a los intermediarios de los productos, que encarecen sus precios y manipulan sus calidades.

No había nacido en una familia campesina, únicas que podían prosperar pues manejaban las administraciones de los siete reinos combatientes en los que se hallaba dividido el antiguo reino de la China del rey amarillo. Así que tampoco podía acceder a un puesto de relevancia en el ejército ni, mucho menos, presentarse al concurso de una oposición para hacerse funcionario en su país natal (no tengo claro cuál fue, aunque sé que nació en la ciudad de Yang-ti sobre el 290 a.C.), inmersos como estaban los reinos de las llanuras centrales en la filosofía confucionista "de los más preparados".

No obstante, el talento emergió cuando tuvo la oportunidad de utilizarlo. Siguiendo la premisa de "comprar barato y vender caro" se hizo millonario. Y utilizó su dinero para comprar poder, siguiendo una aguda treta que benefició a un desdichado Yiren, a un príncipe enamorado y a su amada esposa estéril y, por supuesto, a sí mismo.

Yiren era uno de los veinte hijos del príncipe de Qin, Xiaowen. Tras la muerte de su hermano mayor, Xiaowen se había convertido en el heredero a la corona de su padre, el rey Zhao, que llevaba más de 30 años en el trono... ¡y que llegará a reinar 50 años! Zhao convirtió su reino en el más extenso, populoso y avanzado agrícola y militarmente de toda China, pese a ser el más atrasado en cultura y refinamiento, aislado en un Oeste alejado de las tendencias de la moda.

Siguiendo con Yiren, hay que apuntar que su vida no estaba siendo de lo más fácil, como podríamos creer de un miembro de la Casa Real: se encontraba como rehén en la ciudad de Handan, en el reino de Zhou, que había perdido frente a Quin en la batalla de Changping (260 a.C.). Los vástagos reales solían ser intercambiados para asegurar la paz entre los diferentes reinos. No creo que haga falta recordar cual iba a ser la fortuna de Yiren en el caso de que su belicoso abuelo decidiera volver a atacar el estado vecino. Pero, además de encontrar en tal situación y lejos de sus familiares, la madre de Yiren no era una de las favoritas del harén de Xiaowen: éste prefería a la yerma Huayang, del que se sentía profundamente enamorado, hasta el punto de que la había asociado al gobierno de su feudo en An-kuo. (Cómo sería su afecto por su mujer, que su nombre aparece reproducido en las crónicas, hecho único en la historiografía china hasta el acceso al poder del Partico Comunista)

Y he aquí la oportunidad. Yiren recibe la visita de Lü Buwei en su presidio en Handan y este le propone convertirlo en rey. Para ello, usaría su astucia y su riqueza y el príncipe solamente tendría que hacerle caso en todo. El asustado Yiren accede en estos términos: "Si realmente ocurre como lo has planeado, señor, permíteme dividir el estado de Qin y compartirlo contigo".

Acto seguido, Lü Buwei se traslada a la corte de Xianyang, capital de Qin, y trata de captar la atención de la princesa Huanyang a través de su familiares, a los que ofrece mercancías valiosas a un precio mucho más asequible del que se veía por aquellos lares, tan atrasados culturalmente. Y accede a la princesa poniendo en boca de Yiren la siguiente frase: "Reverencio a su señoría tanto como al Cielo; día y noche lloro, pensando en el heredero y su señora". "Cielo" es la fórmula tradicional china para referirse a la corona real. Asombrada, Huanyang sigue escuchando y cae convencida en las redes de Lü Buwei, que le hace razonar en la idea de que, sin hijo propio, puede caer en desgracia a la muerte de esposo o incluso antes, si es que este la rechaza cuando su belleza se marchite: "Debéis echar raíces mientras estéis floreciendo".

Pronto Huanyang las echará e implora al príncipe Xiaowen que designe a Yiren como hijo principal, pues su afecto le ha llegado desde Zhou y confía en que la cuide si sucediera cualquier cosa a él. Y éste, enamorado hasta las cachas, acepta la propuesta que, además, le beneficia profundamente, al conseguir un sucesor digno y preparado sin necesidad de haberse devanado los sesos en su elección.

Todo ha salido a pedir de boca: Xiaowen mantiene a su amada a su lado, Huanyang consigue una seguridad futura, Yiren es proclamado sucesor al trono y Lü Buwei tutor del muchacho en su presidio de Handan. El mercader, al fin, había alcanzado su aspiración de acceder a un cargo político.

Pero la Historia, que es una cadena de sucesos, en ocasiones, muy enmarañadas, ofrecerá unos cuantos cambios en el guión. Dejo por hoy este cuento chino. Otro día, cuando no se me ocurra nada que escribir, completaré la historia de Lü Buwei.

3 comentarios:

  1. elena luna salinas5 de julio de 2010, 1:33

    Hace tiempo que no se te ocurre nada...podrías terminar el cuento chino?

    Elena Luna Salinas

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  2. elena luna salinas6 de agosto de 2010, 8:59

    Esto lo tienes muy abandonado...qué pena!!!

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  3. elena luna salinas4 de octubre de 2010, 15:20

    Sabes cual sería mi regalo preferido?
    Si abres tu blog seruro que lo adivinas.

    Elena Luna Salinas

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