2 abr 2010

Hombres Nuevos.

Surgido de la puesta al día de la Iglesia que supuso el Concilio Vaticano II y la corriente religiosa de la Teología de la Liberación, aparece en Bolivia el proyecto Hombres Nuevos, dirigido por el particular sacerdote Nicolás Castellanos.

Este leonés decidió renunciar en el año 1991 a su cargo de obispo de Palencia para irse a misiones en Suramérica, en concreto, a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, capital de la insurrecta siempre provincia de Santa Cruz.

Allí se encontró con una ciudad en expansión –en el censo del 2009 se colocó como el centro del área metropolitano más grande del Estado-, donde la población indígena y rural se establecía en unos arrabales cada vez más masificados. La escasez de infraestructuras de estos barrios se agravaba con el crecimiento poblacional y las autoridades nacionales, inmersas en sus cotidianas luchas por el poder, no buscaban el desarrollo de los servicios sociales y educacionales, si no que invertían el capital extranjero que recibían en mejorar las infraestructuras que propiciaran el desarrollo de la industria extractiva de la provincia, motor de la minería del hierro y, sobre todo, de la producción de petróleo en crudo y gas natural.

Así que, de espaldas a las autoridades estatales y enfrentándose a las comunidades religiosas católicas pre-existentes en la ciudad (sobre todo, la jesuita), que se apoyaban en los sectores privilegiados para mantener su hegemonía, el padre Castellanos se instaló en el barrio de Las 3000 y comenzó a elaborar un proyecto socio-educativo que llevaría el nombre de “Hombres Nuevos”. Con los niños y las mujeres como poblaciones-objeto, la finalidad del proyecto sería dotar de infraestructuras válidas para la educación y la manutención de las mismas y, siguiendo la filosofía de la Teología de la Liberación, combinó lo esfuerzos de voluntarios y profesionales religiosos y laicos, todo ello financiado única y exclusivamente con donativos anónimos.

Muy lejos de mostrarse orgulloso, pero contento y esperanzado por mejorar lo obtenido, el padre agustino hablaba en uno de los reportajes del programa “En Portada”, de la 2. Al hospital, los catorce colegios y los cinco comedores infantiles que ha conseguido construir y que gestiona el proyecto, se le unen sus programas de becas para el estudio universitario de los jóvenes del barrio, el programa de salud de atención primaria y de pediatría y el proyecto de apertura de locales de ocio y albergue para niños trabajadores.

Sin embargo, lo que más llamaba la atención a sus vecinos era que viviera con ellos, en la barriada. Uno de los entrevistados comentaba que en Santa Cruz las casas ricas pertenecían a dos estamentos siempre, curas y potentados, aunque ahora también los narcos se les habían unido. No obstante, responde a su tónica habitual: ya cuando fue nombrado obispo en 1978 decidió instalar su residencia en un piso de alquiler, en lugar de en el palacio episcopal.

Me llamó mucho la atención su respuesta cuando le preguntaron sobre Evo Morales. Pensé que iba a ser mucho más discreto, teniendo en cuenta que su proyecto ha sobrevivido nada menos que a siete presidentes. No tuvo pelos en la lengua y valoró de una forma totalmente independiente su gestión: por una parte, observó como muy positiva el emponderamiento que las poblaciones indígenas habían hecho de su país, al verse estas identificadas en su Presidente, el primero de los 84 que no era blanco; por otra, criticó duramente el alejamiento de las promesas de redistribución de la riqueza entre los sectores desfavorecidos y de inversión en política social y educativa, que tanto le habían ilusionado en principio. Luego, hablando con el alcalde de Santa Cruz de la Sierra y opositor a Morales, Percy Cruz, le apoyaba cuando éste le comentaba sobre la carta que recibió del Presidente exigiéndole una disculpa pública por su política de oposición al Gobierno (que raya el golpismo, aunque los resultados electorales siempre han dado como ganador en la ciudad a su partido, el Frente Amplio Juntos Para Todos), sin embargo le recalcaba que en los barrios periféricos las políticas de desarrollo prometidas por él no llegaban. Es lo fabuloso de ser independiente, que tu opinión personal no tiene que ser acomodada según las circunstancias. Al parecer, hace muchos años que el padre Castellanos lleva su independencia con orgullo y como seña de identidad, consiguiendo hacer lo que otros solo dicen pretender y lo que muchos están necesitando.

Recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en el 98, el título de “Leonés del año 1999”, el Premio Valores Humanos de la Comunidad de Castilla y León en el 2002 y la Medalla al Trabajo en el 2006. Pero creo que todos esos reconocimientos desmerecen ante su verdadero objetivo: que los niños puedan sonreír como niños. Algo que, como dijo, reprocharía a los grandes estadistas por no tener en sus prioridades. Él, sin embargo, ya lo está consiguiendo.

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